por LA CHISPA

Texto producido después del Pre-encuentro de

Prácticas Comunitarias en Salud, previo

al 6to Encuentro a realizarse en noviembre

en la ciudad de Córdoba.

Después de vivir el Pre-encuentro de Prácticas Comunitarias en Salud, de ver algunas experiencias que se despliegan en Córdoba y otros lugares del país, de escuchar la palabra certera de Vicente Zito Lema. Después de sentir emoción e identificación con otras que hacen su práctica en territorios distintos, pero que son los mismos, de este ancho territorio que es la tierra, surgen muchas preguntas y ganas de hacer.

Asistimos a un tiempo de fragilidad, de prácticas dispersas que no encuentran su punto de anclaje. Un tiempo de incertidumbre que se ve favorecido por el actual contexto político-económico que atravesamos. Tiempo de duda que se fogonea de desconcierto.3

¿Quién es cada quién y qué dice de mí, aquello que nombra aquel? ¿Qué hacemos con las palabras, con los discursos? ¿Cómo los sostenemos en un tejido de praxis crítica y congruente con el tiempo que vivimos?

No es menor que estas prácticas existan a pesar de lo disperso que ello pueda parecer. Brotan como semillas que quieren impregnar otras lógicas que valoren el encuentro y la creación colectiva e igualitaria.1

Resuena. Colectiva e igualitaria.

A pesar de ello no podemos ser ingenuas en que estas prácticas incluyen una gran variedad de maneras. Se construyen desde modos diferentes de relacionarse con el malestar, modos diferentes de actuar, de ser, de estar.

El reconocimiento de las distintas prácticas comunitarias es fundamental para crear una red que nuclee a todas estas experiencias. En este sentido aparece la pregunta ¿cómo se hace para construir una real comunidad dónde todas estemos incluidas con nuestras diferencias pero tejiendo encuentros? ¿Cómo hacer para construir una comunidad ampliada que se reconozca en el sentido pleno de esa palabra?

Venciendo los modos aprehendidos que nos llevan una y otra vez a repetir desde viejas estructuras amparadas por el sistema de creencias que nos dio la bienvenida al mundo y nos empeñó en creer que el cambio no es posible. De un sistema hetero-normativo y patriarcal que impone ciertas lógicas de relación, que invitan a la competencia y a nombrarse por encima de un colectivo de personas.2

Nosotras queremos cambiar eso. Radical y amorosamente. Porque nos produce un enorme daño, porque va contra corriente de nuestro sentir. Porque nosotras queremos privilegiar nuestro sentir. Porque creemos que ya está bien de resistir. Llego el tiempo de sentir, sentir-pensante, sentir-actuante.

Sentir(se), sentir(nos).

Y hablamos de un nosotras plural, porque la palabra crea y nosotras queremos crearla. Queremos crear la comunidad desde un nosotras. Y en plural[i].

Tentando una respuesta a la pregunta inicial, creemos que la verdadera comunión creará la comunidad que necesitamos. Comunión sostenida desde una práctica autentica de reconocimiento de las otras. Desplegando redes más allá de las diferencias y las distancias, sosteniendo una confluencia de colectividades que no descuiden la diversidad sino que se valgan de ellas para avanzar. Para que el mañana nos encuentre más unidas y organizadas de pie y contentas, vivinventando la comunidad que soñamos.

[i] Esta idea es tomada de la Coordinación de colectivos Baladre, quienes invitan a pensar los procesos colectivos desde un nosotras, es decir “nosotras las personas”.

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