macri santiago bullrichEs increíble la manera en que el macrismo pasa rápidamente de su fase marketinera, de “diálogo”, “amor”, focus groups y CEOs; a un modo represivo donde están todos los condimentos de un régimen dictatorial.

Luego de casi dos años de era macrista donde las mieles del modelo propuesto por el Banco Mundial y el FMI no derraman su néctar sobre la masa de bien intencionadxs consumidorxs, el régimen muestra con toda virulencia el garrote para los sectores que activamente no creen en los cuentos de hadas y resisten a un modelo que quedó al descubierto en menos de 21 meses.

Las relaciones carnales en su fase de sadismo.

Ya no se escucha a Gilda y su “… no me arrepiento de este amor…” desde los balcones de la Rosada, tampoco se ven las dentaduras blancas y brillantes de los gerentes, hoy devenidos en funcionarios.

Ni la venida del vicepresidente de los EEUU les dejo una alegría. A a los pocos minutos de haberse ido Pence del país, el régimen macrista era golpeado por su amo que le anunciaba con una gran sonrisa que los productos de la Patria sojera, no serían bien recibidos y deberían pagar mucho más para entrar al mercado del amo. Esto hizo enfurecer hasta sus amigos empresarios del campo.

¿Entonces?

Entonces salieron a buscar a quién echarle la culpa, a apuntalar un enemigo interno. Abrieron los archivos y de la memoria de su querido Roca encontraron a lxs Mapuches y se fueron con todo.

En una Patagonia donde la mayor parte de las tierras está en manos de poderosxs empresarixs de multinacionales o testaferros de gobiernos imperialistas, el enemigo por combatir y derrotar fácilmente era un sector del pueblo Mapuche en resistencia. La jugada parecía sencilla. Engordar mediáticamente a un enemigo, hacerlo ver como un verdadero monstruo y luego, cuando la temerosa sociedad argentina pidiera de rodillas que terminaran con esxs salvajes, el gobierno activaría un juego de pinzas entre medios de comunicación y fuerzas represivas para liquidar a quienes han puesto en jaque al país y el modelo de desarrollo.

El plan maestro

Nocetti, abogado defensor de genocidas y actual número dos del Ministerio de Seguridad de la Nación, estaba presente en Chubut a fines de julio para no perderse la foto del día del gran triunfo. A lo mejor fantaseó con salir, al igual que Roca y su campaña del desierto, en un billete de alta denominación. Pero algo les salió mal, algo que no tuvieron en cuenta.
Cuando el 1° de agosto el Juez Otranto ordenó despejar la desértica ruta 40 en Chubut, cortada por no más de 10 personas, con más de un centenar de gendarmes, no calcularon que sus siniestros actos en ese alejado lugar de la realidad mediática, les volverían tan de cerca y quedarían expuestos en toda la Argentina o, lo que es peor para el establishment del país, en el corazón de su tan amada Europa.

Desde el 1° de agosto, día de la desaparición forzada de Santiago Maldonado por parte de la Gendarmeria Nacional, el régimen se ha encontrado con un escenario de resistencia y reclamo popular que continua creciendo, inesperado para ellos y de difícil solución, ya que han apuntalado la línea de auto-encubrimiento como modo de resolución

Luego de haber fracasado con su plan mediático para desactivar el reclamo (recordemos rápidamente lo dicho desde el poder: Santiago se fue a Chile, se fue de paseo por Argentina, se mataron entre ellos, etc.), entraron de lleno en la espiral represiva para tapar con balas, gases y carros hidrantes lo que no pueden tapar con sus medios.

La represión ocurrida en Buenos Aires luego de las multitudinarias marchas por aparición con vida de Santiago Maldonado en todo el país, es la única respuesta concreta que el régimen ha podido dar luego de un mes de haber desaparecido a Santiago.

Las decenas de personas detenidas al voleo en las calles de Buenos Aires, el ataque a la prensa y la detención de comunicadorxs popularxs, en un operativo donde todos los testimonios hablan de un montaje por parte de la policia, no es más que la expresión de un régimen que ha elevado el nivel represivo a vista de la reacción del campo popular y pretende infringirle una derrota para domesticarlo por la vía violenta. El problema para el régimen es que se les aproxima octubre y corren el riesgo de que ni el marketing le pueda sacar el olor a pólvora de las manos.

Eso es el #AgiteDelOdio

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