Por Nati Ddmm. Fotos: Mica Fernandez (ver album)


Al sur del continente, en la ciudad de Córdoba, Argentina, la movilización por el día internacional de las mujeres trabajadoras no permaneció ajena a la indignación por el asesinato el pasado 3 de marzo en Honduras de la activista Berta Cáceres Flores, referente del pueblo lenca, campesina, feminista. Activistas y organizaciones nos dimos cita para homenajear a nuestra querida compañera y exigir justicia en las puertas del consulado hondureño de esta ciudad.

Antes nos encontramos las feministas para el aquelarre en una plaza. Realizamos nuestros rituales previos a la lucha, los abrazos, los carteles… e invocamos juntas su sonrisa. Haciéndonos eco del clamor que viene surgiendo desde múltiples rincones del mundo, tomamos su rostro y su nombre y lo multiplicamos en pancartas, en murales y en banderas.
Cuando fuimos muchas, caminamos las calles de la ciudad acompañadas de su mirada serena. La portamos sobre nuestros cuerpos y cantamos, mejor gritamos, su nombre al aire para perjurar la muerte y la tristeza, para hacerla presente, para sanar el dolor lacerante de nuestramérica herida, para sentir su fortaleza entre nosotras. ¡Berta vive, la lucha sigue, Berta vive, la lucha sigue…. BERTA VIVE, LA LUCHA SIGUE!!

En el consulado leímos el documento que durante los días anteriores circuló por las redes sumando firmas, indignaciones y voluntades. Cuando el cónsul llegó a su oficina al día siguiente, seguro se habrá encontrado en la vereda con nuestra denuncia grafiteada, en el buzón con nuestro escrito, y en la calle, en el muro del edificio, con nuestra acusación.

Al irnos marchando para sumarnos junto a muchas otras luchadoras para conmemorar el Día de las mujeres trabajadoras, también fuimos poblando de “Bertitas” las paredes. Es que en estos pocos días que pasaron desde que los sicarios de las trasnacionales irrumpieron en su casa con la intención de apagar su lucha, asumimos que Berta nos dejó varias tareas. Primero, no olvidarla, sino multiplicarla. Recoger su semilla y sembrarla.
Segundo, exigir justicia y protección para sus compañerxs de lucha del COPINH, para Gustavo Castro Soto, herido en el artero ataque y para todo su pueblo hondureño.
Tercero, denunciar la violencia contra lxs luchadorxs que los estados, lacayos de las trasnacionales, despliegan de manera sistemática, y de manera pronunciada en Honduras desde el golpe de estado de 2009.
Cuarto, y la más importante, conocer su vida, conocer su pueblo, conocer sus luchas, y apropiarnos de ellas, fundirlas con las nuestras.

Porque el capital no reconoce fronteras y nosotras tampoco.

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