Desde el Enredando las mañanas conversamos con Tatiane, parte de la Coordinación Nacional del Movimiento de Afectadxs por las Represas (MAB por sus siglas en portugués), en relación al asesinato de Dilma Ferreira Silva, coordinadora regional del movimiento en el municipio de Tucuruí, en el estado de Pará, norte de Brasil.

Tatiane hace un análisis de la coyuntura represiva que vive Brasil, en particular contra las líderes mujeres, indígenas y negras. Aprovechamos la comunicación para recordar los 60 días del crimen de Brumadinho que dejó pueblos enteros devastados por el rompimiento de represas de desechos de la megaminera Vale.

ELM: Sabemos que el MAB es un movimiento nacional con más de 20 años de lucha territorial en Brasil, enfrentando los mega emprendimientos extractivistas. Hace unos días nos enteramos que una de las referentes del MAB, Dilma Ferreira Silva, fue asesinada. ¿Nos podes contar en que contexto fue asesinada la compañera del MAB y cuáles son las disputas que se están llevando en los territorios? 

Tatiane: En estos momentos el país pasa por una coyuntura muy compleja, con muchos desafíos que se desarrollaron durante este período. Voy a hablar un poquito del asesinato de la compañera Dilma. Esta mujer vivía en un territorio donde se construyó una de las primeras hidroeléctricas del Brasil, en el norte del país, Tucuruí. Esta hidroeléctrica tenía la función de generar energía para la minería nacional. Estas personas, de este territorio, hace 30 años que viven y luchan, denunciando las violaciones de Derechos Humanos que viven. Son personas, que así como Dilma, solo tuvieron derecho a un pedazo de tierra, en el 2011, fruto de una ocupación. Pasaron a vivir en un asentamiento que se llama Salvador Allende. Esta gente no tiene energía eléctrica en sus casas, aún no tiene tierra, no hay cómo producir. Dilma, su historia de vida, estuvo ocupada en hacerse de derechos y a denunciar las empresas multinacionales que se apropian de nuestros territorios, que nos matan, que contaminan los ríos, la naturaleza, en detrimento de sus ganancias. Dilma es una mujer valiente. Brasil vive una coyuntura compleja donde, desde el Presidente de la República, se incentiva la violación de las mujeres, el femicidio, el genocidio, ataca a las minorías como las poblaciones negras, afrodescendientes, indígenas. Entonces es cómodo en Brasil asesinar, como decimos: lideresas, mujeres. Dilma era una mujer negra, migrante, que vino ya del proceso de migración del nordeste para el norte del país dónde fue asesinada por el capital. Son formas que hay en el territorio, son los “fazenderos”, son los terratenientes, son los que siempre estuvieron atacándonos. Por eso está muy fácil, desde el Gobierno se incentiva el ataque a las poblaciones.

ELM: Esto también se da en el marco, del que quizás haya sido el crimen ambiental y social más grande de Brasil, que estaba cumpliendo 60 días. Hablamos del rompimiento de las represas de Vale, que inundaron de desechos de la megaminería a Brumadinho y las localidades cercanas. ¿Podrías contar un poco ese proceso?

T: Hasta el momento en que la empresa era del Estado brasileño, no hubo incidentes de rompimientos, ni de crímenes de esta naturaleza. A partir del Gobierno de Fernando Henrique Cardoso se privatizó esta gran empresa brasileña de minería que era Vale. A partir de ahí las empresas empezaron a producir al máximo, sin responsabilizarse por la infraestructura y la seguridad de la población en general. Brumadinho, por la cantidad de muertes, de destrucción de la naturaleza, es el primer crimen de Brasil de esta magnitud. Tres años atrás ocurrió el crimen de Mariana, que devastó todo [también por el rompimiento de represas de la empresa Vale]. Y ahora Brumadinho ha afectado a toda la gente, el Estado de Mina Gerais y las cuencas del Brasil; el río San Francisco llega a todos los Estados del nordeste, la contaminación afectará a más de 15 millones de personas. Entonces Brumadinho es un crimen social, económico y ambiental. Es un crimen social, muchos aún no tuvieron la suerte de encontrar a sus personas queridas, toda la gente que vivía cerca de la cuenca y que producía, no tiene cómo producir; los pescadores no pueden vivir de la pesca, porque el río está contaminado, con altas tasas de contaminación. Hay mucha gente enferma por la contaminación del agua. Hay mucha gente con problemas psicológicos. Además del rompimiento de Brumadinho, hay muchos otros Estados que están en alerta máxima. Hay un miedo, una angustia, una falta de información del Estado brasileño. Minutos antes del rompimiento los medios decían que era seguro. Luego vino esa gran tragedia.

La empresa fomenta todas las formas para que las poblaciones no se organicen, no se movilicen. La empresa a través de los medios (comerciales, de derecha) dice que no es responsable, que esto que pasó no es un crimen, fue un accidente; que esta empresa es un gran patrimonio del país y que no podemos culparlos. Nosotros desde el movimiento decimos que no, que la empresa es culpable, que no es un patrimonio brasileño porque fue vendida por un valor insignificante y que hay mucha gente ahora, sin tener para dónde ir, sin tener para comer, sin tener qué producir, hay un caos social. En toda esa región hubo un rompimiento del tejido social, dónde las personas están desorientadas y buscan al movimiento. Nuestra tarea es ver cómo organizarlas, cómo reivindicarlas, y cómo reconstruir la vida otra vez. Sabemos que hay cosas que es imposible reconstruir, algunas comunidades, toda una generación de gente que va a vivir toda su vida con este trauma. Y además de todo eso hay una persecución a los líderes que están en ese trabajo. Hay muchas razones que tiene la empresa, para que las personas no denuncien, que se callen, que se queden en sus sitios, solitos, que el movimiento no se organice. Tenemos un desafío enorme de condiciones económicas y militantes que puedan contribuir y ayudar a estas personas, son muchas. No son solamente 300 (trescientas) personas, es toda una región que está afectada.

ELM:  Para finalizar nos gustaría que nos cuentes ¿Qué es el MAB?

T: El MAB es un movimiento popular que nace a finales de la década del ochenta, el inicio de la democracia del país. Justamente surge en las regiones dónde se construyeron las primeras represas hidroeléctricas de la dictadura militar. El MAB, en el 2019, cumple 28 años de movimiento nacional. Estamos organizados en 20 estados del país. En la región norte, sur, centroeste, en la región nordeste. Este movimiento surge para defender los derechos de las poblaciones afectadas por las represas, defender los Derechos Humanos y hacer una denuncia de este modelo extractivista y minero del país. Y también proponemos una alternativa a eso. Decimos que queremos construir un proyecto energético popular, que venga desde las bases. Dónde la producción y la generación de energía sea para las personas, no para las ganancias, para las empresas. El movimiento es de carácter nacional e internacional porque nosotros también tenemos una organización a nivel internacional. Y discutimos desde el modelo energético, proponemos un nuevo modelo energético del país. No queremos el modelo extractivista de minerales, no queremos más Brumadinhos, no queremos más “lideresas” asesinadas. Dilma no es la primera mujer del MAB que fue asesinada, tuvimos a Mircinha en 2016, lo denunciamos. Ese modelo mineral energético, también la asesinó en 2016. Nosotros entendemos que es necesaria la organización, es necesaria esa lucha y el fortalecimiento. No solo del MAB, sino de todas las organizaciones de carácter local, regional, nacional, para enfrentar este proceso de avance del capitalismo genocida que está en nuestro país, y en América Latina.

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