A la crisis humanitaria y la emergencia que atraviesan los contextos de encierro, hoy se suma la emergencia sanitaria por la pandemia que azora al mundo.

Los gobiernos de todo el mundo se encuentran bajo la lupa social, caminando sobre una delgada línea que los obliga a elegir entre convertirse (o reafirmarse) como criminales de lesa humanidad, provocando la mortandad masiva de las personas privadas de su libertad; o elegir recurrir a paliativos desesperados ante la doble emergencia que atraviesan los contextos de encierro.

En el país todas las provincias tiene mínimo un penal o unidad carcelaria declarada huelga de hambre pacífica. Las personas privadas de su libertad exigen medidas urgentes y efectivas ante el ingreso del covid a las cárceles, y el cese inmediato de la violación de los derechos humanos.

La respuesta del estado es la represión y el pase directo de pelota a la justicia.

La respuesta de la justicia es lenta a diferencia de la agilidad que tiene el virus en contagiar personas. Y se resuelve en entredichos de tribunal a tribunal, y en un tire y afloje culposo ante la “opinión pública” mediática.

La respuesta de los medios hegemónicos es crear una campaña de miedo y odio por la supuesta “liberación masiva de presos”, que golea a la justicia y al ejecutivo, coartando en un feed back sus toma de decisiones.

Les compartimos estas crónicas documentales que intentan reflejar un poco de esa realidad.

 

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