Por: @Josecomunicando

La foto habla por sí sola. El brazo extendido todo canalizado en vena. Es el brazo de un hombre que sin dudas ha tenido que usar su fuerza para subsistir. La mano semi abierta denota que hay fuerza y que esas manos transformaron materias, productos para llevar el pan a la mesa diaria. No hay dudas que es brazo de un proletario.

Bien podría ser este trabajador uno más de ese ejercito de manos de obra barata para garantizar las ganancias de los poderosos, pero hay una imagen grabada en su piel que nos dice que hay rebeldía, que hay una fuerza y una conciencia y que ese brazo es la palanca de un puño de una mano que lucha.

Pero la imagen no concluye, la imagen nos obliga a más. El brazo extendido se encuentra esposado, castigado, detenido para que no se vuelva a levantar. El opresor bien sabe que la única forma de controlarlo y dominarlo es esposándolo, sin importar siquiera que sea en una cama del hospital.
Verón hace lo que sin duda, siempre supo hacer. Verón resiste, lucha, pero no se entrega. Su detención fue fruto de una cacería humana, su internación es la consecuencia de la brutal golpiza de los represores del gobierno y su poder.

Ángel Verón, de 42 años, trabajador desocupado, dirigente social que junto a su movimiento pedían viviendas y trabajo murió internado en la terapia intensiva del hospital Perrando en Chaco luego de agonizar 25 días.

Lo que no saben los poderosos, los eternos enemigos del pueblo, aunque se pongan piel de cordero, es que Verón sabía muy bien aquello que dijo alguna vez el Che: “Donde quiera que la muerte nos sorprenda, será bien recibida mientras nuestro grito de guerra sea escuchado”.

Al comunicar su muerte, sus compañerxs dijeron: “Tu lucha y tu muerte no serán en vano”.

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