img_20161224_200138(Fer Vanoli para Zumba la Turba) El pasado 23 de diciembre, lxs trabajadorxs de CONICET -en su mayoría becarixs e investigadorxs-, formaron parte de una lucha que será histórica, no tanto por los resultados obtenidos, sino por la toma sostenida durante 5 días en el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.

El acuerdo abre, en principio, dos polémicas discusiones: 1) qué tan “logro” es el acuerdo firmado; y 2) qué tan democrático fue ese acuerdo.

Empezando por la segunda, vale volver a destacar el hecho histórico que significó esta toma por parte de becarixs e investigadorxs, que se consideran trabajadorxs de la ciencia, a pesar de la ya conocida precarización laboral por parte del Estado. Cinco días de toma, discusiones, negociaciones y denuncias de lo que estaba sucediendo, en pocas palabras, un recorte de presupuesto para la ciencia encubierto en la disminución a los ingresos de la planta permanente de CONICET. Una lucha que pone de relieve (y también en cuestión) la unidad de distintas organizaciones en este contexto político. Hablamos de por lo menos cuatro organizaciones en Buenos Aires (JCP, ATE, CYUA, CYTA) más todas las expresiones de las provincias, algunas sindicales, otras más movimientistas, algunas que vienen de militancia cercana al Kirchnerismo y otras más de izquierda.

Sin embargo, en la asamblea que da fin a la toma en Buenos Aires, se firma el Acta acuerdo con el Director del CONICET, Alejandro Ceccatto y el Ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, donde en el último punto se comprometen a levantar las tomas de todo el país, sin tener en cuenta la opinión de cada lugar.

La decisión de no escuchar a lxs compañerxs “del interior” (si esa sigue siendo la forma de pensar nuestra geopolítica) fue deliberada. En otras palabras, se votó por amplia mayoría si antes de ir a la mesa de negociación se debía esperar o no la decisión de las tomas de los CCT del resto del país que también estaban en asamblea.

Mucho se puede decir de esta falta de solidaridad. Lxs compañerxs de cada asamblea habían pedido dos horas para hacer llegar sus decisiones y sus contrapropuestas, como también tiempo para poder viajar a Buenos Aires y acompañar la toma. La respuesta posiblemente se resuma al desgaste y la consecuente imposibilidad de sostener la toma, lo cual es una respuesta válida, pero pone en cuestión la victoria o el logro del acuerdo. El desgaste es una estrategia del Estado ya conocida por las organizaciones sociales.

También es importante destacar que esta lucha se viene organizando en otros puntos del país desde hace un año, a pesar del discurso porteño que asume su nacimiento en la Capital y el posterior acoplamiento de las provincias, que en todo caso, tampoco justificaría el sectarismo para tomar decisiones.

Ahora sí, el logro. En principio vale aclarar que no se festeja ni la incorporación, ni la reincorporación de 500 trabajadorxs al CONICET. El acuerdo contempla prolongar las becas por un año (hasta el 31/12/2017) a lxs 343 becarixs que fueron recomendadxs para ingresar a la carrera de investigador. Es decir, una año más de precarización (sin sueldo anual complementario, sin cargas sociales, ni estabilidad), luego de los 7 que ya llevan en el sistema y con esas condiciones. A estos se suman 107 postulantes a carrera que no poseían la beca actualmente, y serán contempladxs bajo una beca extraordinaria con la misma extensión.

Otro punto preocupante del Acta es que la posible estabilidad laboral posterior estaría dada por la intención de que estos 508 becarixs luego sean incorporadxs a distintas instituciones, como organismos nacionales de CyT, Universidades, empresas públicas o con participación estatal. Este punto evidencia el aval de este acuerdo al futuro achicamiento de CONICET. También vale pensar en el enorme cuello de botella que se producirá si el año próximo estxs mismxs becarixs se vuelven a presentar a la carrera de investigación junto a la nueva camada que se presente, y el evidente rumbo de mayores recortes en el Estado.

Varias asambleas ya se han pronunciado en contra del acuerdo, ya que es una ecuación que difícilmente sea consecuente con la lucha y los reclamos de estos cinco días. El resultado demuestra, por un lado, que el ajuste presupuestario (negado por el Gobierno) más que inexorable, era claramente una definición política, y que para muchxs es el pie de la continuidad de una lucha que seguirá en el 2017.

Ojala así sea, y que además de la lucha sindical propia de esta coyuntura, sume discusiones sobre el rol y la forma de hacer ciencia en nuestro país.

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