El 17 de abril, Día Internacional de las y los Presos Políticos, más de 1500 presos políticos palestinos iniciaron una huelga de hambre colectiva, que se mantiene hasta hoy bajo la consigna “Libertad y Dignidad”.
Al cumplirse un mes de la protesta, desde Enredando las Mañanas nos comunicamos con María Landi, desde Montevideo, luchadora por los derechos del pueblo palestino.
Landi comparte la preocupación de que “las noticias, a medida que la huelga avanza, son más preocupantes (…) la salud de los prisioneros se está deteriorando aceleradamente”.
Durante este mes, denuncia, “las autoridades penitenciarias están convirtiendo la medida en una nueva oportunidad para el hostigamiento y la tortura a los prisioneros, entonces no se permiten visitas de familiares, no se permiten visitas de médicos independientes, en la mayoría de los casos no han permitido visitas de defensores o defensoras legales”. Esto genera que la información del estado de los presos sea escasa, pero, afirma Landi, “sabemos que la gran mayoría han perdido ya entre 10 y 12 kilos, y a una salud debilitada se le suman y agravan las medidas de constante tortura y hostigamiento que las autoridades israelíes están empleando para quebrar la voluntad y el espíritu de los presos y hacerlos desistir de la medida”.
Las medidas de castigo que enuncia la activista por los derechos del pueblo palestino son diversas, como por ejemplo, “el aislamiento sobre todo de los líderes, que están siendo puestos en medidas de absoluto aislamiento (…) les han requisado todas las pertenencias, los han dejado nada más con el uniforme y una muda de ropa interior y nada más, en algunos lugares les han confiscado la sal, que es lo único que están usando para complementar el agua que toman como único nutriente. Esas medidas son constantes, son muy agravantes, hay denuncias de algunos de los presos que recibieron abogados de que las clínicas que hay en algunas prisiones se han convertido en centros de tortura”.
Han podido conocerse, por ejemplo, las condiciones en que se encuentra Marwan Barghouti, dirigente y parlamentario de Fatah, preso desde hace 15 años y condenado a cinco cadenas perpetuas por su papel en la resistencia durante la segunda intifada. Barghouti fue “trasladado al norte de Palestina, está en un sótano en absoluto aislamiento. Tiene una frazada, le quitaron todas sus pertenencias y hay insectos en la celda. Todo esto le pudo decir a un abogado que pudo visitarlo el domingo. Están todo el tiempo haciéndole requisas en una celda que está vacía, aunque él está esposado de pies y manos, le hacen revisiones, cacheos al desnudo, impedirle conciliar el sueño con ruidos”.
Una de las características centrales de esta huelga de hambre y que preocupa seriamente al estado sionista, a diferencia de iniciativas anteriores, es su carácter fuertemente unitario, ya que están incluidxs “los principales líderes que pertenecen a diferentes partidos políticos y están todos, desde los nacionalistas, los marxistas, los islamistas, todos unidos en esta medida”. Ante eso, explica María, “lo que Israel no se puede permitir es el lujo de que crezca la unidad palestina, dentro y fuera de las cárceles. Entonces está tratando de sembrar el divisionismo. En algunas prisiones se acercan a tratar de negociar con los líderes de ese lugar de la huelga y buscar arreglos específicos, puntuales para ese grupo, para esa prisión, en lugar de negociar a nivel general con los líderes reconocidos de la huelga de hambre. Hasta ahora estas medidas están fracasando, pero por supuesto no escatiman recursos y esfuerzos para debilitar, para quebrar la voluntad de resistencia de los prisioneros”.
Tortura en las cárceles, represión en las calles
El 15 de mayo el pueblo palestino conmemoró el 69° aniversario de Al Nakba (en árabe catástrofe, tragedia), cuando el 78 % de la población palestina en los territorios ocupados por el estado de Israel, fueron violentamente expulsados de sus hogares. La activista explica la dimensión de este hecho, “que significó la limpieza étnica y el desplazamiento de 800 mil personas, la destrucción de 500 ciudades, pueblos y aldeas por las bandas sionistas en 1948 cuyos líderes serían después primeros ministros de Israel y por supuesto dirigentes, comandantes de lo que sería el recién fundado ejército israelí”.
Cada año el pueblo palestino recuerda activamente esta fatídica fecha, pero, explica María, “en un contexto como el de la huelga de hambre, la represión arrasó. El domingo, por ejemplo, en el pueblo de Nabi Saleh, un chico de 20 años fue asesinado, porque los soldados están usando munición letal (…) Entonces la represión arrecia, y la protesta también. Hay que tener en cuenta que el tema de los prisioneros es muy sensible, porque todas las familias tienen o han tenido integrantes en la cárcel. Se calcula que de 1948 hasta acá un millón de personas palestinas han pasado por las cárceles. Y cuando hay desde las prisiones un mensaje tan potente de unidad y de resistencia, por supuesto que es muy motivador para la gente y eso suscita la movilización y la movilización acarrea represión. Entonces es realmente una situación muy preocupante y las perspectivas de una negociación verdadera, seria, con los dirigentes reconocidos y autorizados de la huelga de hambre, todavía no existen”.
Las “detenciones administrativas”
Una de las reivindicaciones centrales de lxs presxs políticxs en huelga de hambre, explica Landi, es el régimen de “detención administrativa” que el estado israelí justifica “por razones de seguridad” y en el que hoy se encuentran 500 personas. “A ti te detienen, no te informan de qué se te está acusando, se te dice que se está investigando, y eso puede durar indefinidamente (…) Se te dice que estás en investigación por tres meses, pero a los tres meses se puede prolongar y a los otros tres meses se puede prolongar (…) Entonces eso crea una sensación de incertidumbre terrible, porque tú no sabes ni de qué te están acusando, ni cuáles son tus perspectivas, ni cuándo te van a juzgar ni si vas a salir libre, cuándo, nada, absolutamente nada. Estás a total disposición”.
Esta modalidad represiva a la que es sometida la población árabe-palestina contradice todos los principios del derecho internacional humanitario.
La solidaridad internacional
La contundencia y unidad de la medida ha logrado fisurar el bloqueo mediático al que la lucha del pueblo palestino está sometido, y las expresiones de solidaridad se han multiplicado. María sostiene que “hay mucha solidaridad y mucha movilización en todo el mundo (…) Sobre todo, el Día de la Nakba, había acciones en centenares, literalmente, de ciudades en los seis continentes, de norte a sur y de este a oeste. Están habiendo todos los días, todas las semanas, convocatorias, movilizaciones, gestos, concentraciones frente a las embajadas de Israel, parlamentarios, centrales sindicales, grupos parlamentarios también, como el Parlamento Europeo, el Grupo Parlamentario del Mediterráneo y otros, que se están pronunciando en solidaridad con los presos y presionando a los gobiernos. Porque acá el problema que tenemos también es la eterna hipocresía y doble discurso cuando se trata de Israel, de por un lado, emitir resoluciones que condenan, que expresan la preocupación y demás, pero luego después se le permite seguir haciendo lo que quiera con total impunidad, y por eso llegamos a la situación en la que estamos hoy. (…) Lo que pasa hoy en día es eso, que Israel es como el gran matón del barrio porque se le permitió crecer desde su misma fundación arbitraria y artificial como el niño mimado al que no se le pone ningún límite”.
Una de las acciones que se ha replicado en distintos lugares es la que impulsó uno de los hijos de Marwan Barghouti con el fin de visibilizar la huelga de hambre, “lanzó el desafío en las redes sociales de beber agua y sal como expresión de solidaridad con los presos que sólo están consumiendo eso desde hace un mes”