feminismo venezuelaCon la excusa de la difusión del audio en el que el cantante de cuarteto Carlos “La Mona” Gimenez afirmaba que le iba “a coger la hija” al presidente venezolano, desde Zumba la Turba nos comunicamos con Guillermina, una cordobesa que vive en ese país desde hace diez años, integrante de la Red de Información por el Aborto Seguro y de la Escuela de Feminismo Popular. (Foto: Marcha)

Cuando analizamos las avanzadas de derecha en distintas partes del continente, podemos observar que de la mano del liberalismo económico se fortalece un conservadurismo social que se expresa de manera violenta fundamentalmente contra mujeres y disidencias sexogenéricas.

Así pudimos verlo en la Honduras post golpe de Estado en el 2009 con, entre otras cosas, el asesinato selectivo de activistas LGTB, el aumento de los femicidios y medidas como la prohibición de la Anticoncepción de Emergencia; o en Brasil en 2016 con la reiteración de argumentos que sostenían la supuesta incapacidad de gestión de Dilma Rouseff en el hecho de ser mujer.

Esa derecha misógina es la misma que en Venezuela genera desde hace meses violencia sistemática con el objetivo de derrocar el gobierno de Nicolás Maduro y truncar así el proceso bolivariano.

Con la excusa de la difusión de un audio en el que el cantante de cuarteto Carlos “La Mona” Gimenez afirmaba que si el presidente Maduro no se iba a la mierda, él le iba “a coger a la hija”, desde Zumba la Turba nos comunicamos con Guillermina, una cordobesa que vive en Venezuela desde hace diez años, integrante de la Red de Información por el Aborto Seguro y de la Escuela de Feminismo Popular.

Guillermina sabe lo que significa La Mona Giménez en Córdoba y la llegada que tiene a cientos de miles de cordobesas y cordobeses que lo siguen fervientemente. Cuando le preguntamos en torno a lo sucedido en el baile en El Sargento, nos decía “creo que la primer reflexión es pensar cómo la campaña mediática en contra de la Revolución Bolivariana y del presidente Nicolás Maduro está efectivamente haciendo mella y retomando los argumentos más reaccionarios y  más fascistas, donde se reproducen discursos misóginos, discursos violentos (…) En los comentarios de la Mona Giménez se pone en evidencia ese entramado de poder y esa guerra que está permanentemente asediando a la Revolución Bolivariana y que se expresa de muchas formas”.

Para la cordobesa, que se define como bolivariana y feminista, éstas “son expresiones asociadas con unas prácticas de fascismo que se están volviendo casi cotidianas. Todos los días hay situaciones muy graves, situaciones de hostigamiento hacia compañeras y compañeros líderes del proceso bolivariano, de sus comunidades, que vienen haciendo trabajo cotidiano en sus espacios (…) Este estigma que se ha construido en torno a la militancia del chavismo y que se reproduce, no sólo a escala nacional sino también internacional con esta idea de que son los colectivos chavistas los promotores de violencia cuando en realidad es todo lo contrario”.

El cuerpo de las mujeres, territorio de guerra económica

Desde los primeros meses de la escalada opositora en Venezuela, con el despliegue de la llamada guerra económica, la agresión se descargó especialmente sobre las mujeres bolivarianas y las afectó en la vida cotidiana. “Primero –explica Guillermina-, porque son la principales responsables, aun en tiempos de revolución y aun cuando hemos querido transformar eso, del sostenimiento de todo lo que tiene que ver con las tareas de crianza y de cuidado. En ese marco, la guerra económica ha golpeado muy duro en el tema del acceso a alimentos y a productos de primera necesidad, y esto ha implicado que haya que hacer muchísimas horas de cola, que sea muy dificultoso el acceso, que además haya que hacer trabajos extra por ejemplo, organizativos o comunitarios”. Uno de los rubros más afectados ha sido el de higiene personal y salud sexual de las mujeres, con la falta de toallas sanitarias, anticonceptivos y antibióticos vaginales, etc. y la necesidad de generar nueva estrategias.

Una de las iniciativas surgidas para dar respuesta al desabastecimiento provocado, es el de los Comités de Abastecimiento Local (CLAP), las redes populares de abastecimiento que implicaron también un aumento para la tarea de las mujeres, ya que, como explica la militante chavista, “son las principales promotoras de esos espacios. Entonces eso ha generado una sobrecarga en las mujeres y también que muchas de ellas se hayan tenido que retirar de espacios donde venían siendo altamente protagonistas”.

Una de las formas en las que la derecha ha avanzado sobre el cuerpo de las mujeres ha sido intentando condicionar su derecho a decidir acerca de la maternidad, y lo ha hecho por medio del faltante de métodos anticonceptivos. Algo de lo que Guillermina, por su trabajo en la Red de Información por el Aborto Seguro, conoce bien. “Se ha dificultado enormemente, porque hay todo un bloqueo por parte de las farmacéuticas fundamentalmente, y algunas dificultades de distribución por parte de los entes responsables de esto como el Ministerio de Salud, pero que se han estado subsanando. Sin embargo, esto ha tenido un impacto muy fuerte en la vida de las mujeres, con un incremento de los embarazos no planificados, con muchas dificultades para poder acceder y garantizar los derechos sexuales y los derechos reproductivos”.

Esto, lejos de ser casual, responde al lugar predominante que las mujeres han tenido en la construcción de poder comunal en Venezuela, uno de los pilares del proyecto chavista. Guillermina no tiene dudas en afirmar que ellas son “quienes han frenteado la Revolución y quienes están en los espacios organizativos con mayor fuerza construyendo cotidianamente el proyecto de la Revolución Bolivariana, el proyecto de la Comuna, la construcción del socialismo desde nuestras prácticas cotidianas”.

“Seguimos apostando a construir el socialismo”

Aunque la situación es crítica y la violencia cotidiana, la resistencia chavista persiste y, para Guillermina, saldrá fortalecida en lo organizativo.

Aquí todos los días hay situaciones de violencia, se cierran los medios de transporte, se trancan las calles, se amenaza -como se hizo- de quemar a los chavistas, de matarlos. Sin embargo, la gente de las comunidades sigue trabajando, sigue apostando por construir el socialismo desde lo colectivo, desde lo pequeño, y en ese sentido han aflorado muchas prácticas vinculadas sobre todo con el tema de los intercambios solidarios y toda la esfera de la producción, donde se está generando todo un proceso de problematización en las distintas escalas: en la producción, en la distribución y también en el consumo. Creo que el saldo organizativo de todo este proceso va a ser muy positivo para el proceso bolivariano, para la Revolución”.

Para terminar, afirmaba que “las mujeres de la Revolución Bolivariana siguen al frente y siguen construyendo Patria todos los días, construyendo sus sueños, construyendo de a poco la Revolución que soñamos, la Revolución que queremos y la que necesitamos”.