Al río que todo lo arranca lo llaman violento, pero nadie llama violento al lecho que lo oprime” Bertolt Brecht.

Por: @Josecomunicando

En el octavo día de paro de trabajadorxs del transporte la cuerda del conflicto pareciera haber llegado a su máximo punto de tensión. De un lado el gobierno, empresarios del transporte, el propio sindicato de UTA, medios hegemónicos de comunicación y las fuerzas represivas. Del otro lado trabajadorxs que reclaman lo que es justo, la solidaridad de trabajadorxs de varios sectores organizados en sus sindicatos, organizaciones sociales, medios alternativos de comunicación.

En 8 días pareciera que todo lo calculado dicho y analizado semanas atrás sobre el devenir de los problemas políticos, sociales y económicos, estaban predestinados a transcurrir por las sendas de las contiendas pre electorales y que se definirían posteriormente en las elecciones de octubre, en el medio las compañas de marketing trabajarían para adhesión a varias pero similares propuestas políticas. Pero nada de eso ha ocurrido en estos días, la política volvió a las calles, los discursos políticamente correctos fueron estrellados, desgastados al fragor de asambleas de rebeldes trabajadorxs y la creciente adhesión al creciente reclamo.

Durante todos estos días, la sociedad se contrajo, engullo, digirió y creyó el odio dicho, construido desde los medios hegemónicos de comunicación que no dudaron del rol de mercenarios que debían jugar del lado de las políticas neoliberales y sus mejores gerentes, los gobernantes. Si lxs trabajadores comían sobre la calle se los mostraba como bárbaros, si bailaban se las mostraban como peligrosas, si opinaban en contra de lo mandado eran tratadxs como inadaptadxs. En pocas palabras, la construcción simbólica lograda por los medios fue que la solución del conflicto se debía plantear sin la presencia de estxs rebeldes sin razón.

No importaron los argumentos esgrimidos por los trabajadorxs que siempre estuvieron dispuestxs a explicar cuáles eran sus demandas dejando en claro que no aceptarían un miserable 8% de incremento salarial aplicado al básico y no al bruto como era habitual, además de no ser retroactivo a enero de este año. Pero nada de este lógico y elemental reclamo importó y lo que se salió de defender desde los medios hegemónicos fue el acuerdo entre UTA nacional, Macri, Mestre y los empresarios del transporte, que en muchos casos es hablar de socios en el negocio del transporte urbano.

Lo que sí pudieron hacer los de arriba, es llenar de odio, sed de revancha, desprestigio moral, entre otras barbaridades la conciencia de gran parte de la población que sin temor alguno pidieron que repriman, les quien derechos elementales a lxs laburantes y hasta despidan en mansalva a quienes defienden sus derechos.

Las contradicciones que ha desencadenado este conflicto han sido tan importantes y grandes, que les ha cerrado el juego a experimentados burócratas que con muy buen olfato, más temprano que tarde salieron a posicionarse del lado de los trabajdorxs que luchan.

Mujeres trolebuseras, choferes de colectivos, el estado asambleario permanente de las bases, la honesta oposición a un magro acuerdo firmado de espaldas a las bases del sindicato intervenido, la escalada inflacionaria que echa por tierra todo discurso de estabilidad y garantías salariales; fueron los factores imposibles de sortear por el ejecutivo municipal, la conducción de UTA y empresarios quienes descargaron con toda virulencia, discursos criminalizantes y estigmatizantes de quienes no se doblegan. Y no pudieron hacerlo.

El fino trabajo de construcción de un enemigo social llega a su octavo día a que se vea con total naturalidad la militarización del conflicto, donde fuerzas policiales, gendarmes, y hasta la Fuerza Aérea, se han articulado bajo los designios de Ministerio de Seguridad provincial y nacional, para aplicar un plan que pueda romper la huelga.

Con colectivos guardados en los playones de los cuarteles militares de la Escuela de aviación amanece esta segunda semana de huelga. Fuertemente custodiados por gendarmes y policías, saldrán a las calles a “rescatar” a la población del conflicto que no quisieron resolver desde el poder. Pero este lunes también habrá una expresión necesaria para contrabalancear la brutalidad de los de arriba. Las calles se inundaran de pueblo trabajador, de delegadxs, de vecinxs organizadxs que comprenden la importancia política y gremial de este intento de derrotar a quienes se niegan a aceptar los pactos empresariales – burócratas – neoliberales que se intentan imponer.