Se cumplen ocho años de la desaparición de Yamila Cuello, la joven que el 25 de octubre de 2009 salió de su casa en el barrio Coronel Olmedo de la ciudad de Córdoba y no regresó. Desde Zumba la Turba, en el Enredando las Mañanas, volvimos a recorrer junto con su hermana Soledad, estos ocho años sin Yamila. El próximo miércoles 25 de octubre a las 18 hs se movilizará desde la esquina de Av. Colón y Gral. Paz. (Foto: Fotografía de Prensa)
Aunque Yamila continúa desaparecida, gracias al empeño y la persistente lucha de Soledad, su nombre y su rostro nos son familiares a gran parte de la sociedad cordobesa. En los últimos meses, además, logró revertir una decisión solicitada por el fiscal Enrique Senestrari para dejar de investigar la hipótesis de la red de trata de personas para pasarla al fuero provincial como homicidio. Para Sole, quiso “sacarse de encima la causa”.
La historia de Yamila sintetiza las opresiones de muchas jóvenes de las zonas periféricas de las grandes ciudades. Con sus 22 años, estaba determinada a finalizar sus estudios secundarios y salía de una relación marcada por la violencia de género con Néstor Simone, el primer sospechoso que la justicia provincial rápidamente sobreseyó obturando cualquier chance de profundizar la investigación.
Y aunque esta nota es sobre Yamila, también habla de Soledad. Y de lo que la lucha hizo de ella.
Sole nos explica que octubre es el mes que más le cuesta, porque año a año revive la desaparición de su hermana. Además, es el mes en el que se desarrolla el Encuentro Nacional de Mujeres y hace varios años que viajar para participar y multiplicar el reclamo por la aparición con vida de Yamila y de todas las víctimas de las redes de trata. Cuando una se acerca a Sole, cuando la escucha, no puede dejar de sentir que de su profundo dolor emergió una luchadora. Ella misma lo afirma cuando plantea que “Yo siempre digo que soy lo que soy a partir de lo que pasó con mi hermana. Porque si tengo que volver ocho años atrás, capaz que te diría que hasta era sumisa. Y hoy por hoy vos me ves y hablás conmigo y decís ‘¡qué va a ser sumisa!’ y que en el momento te pase y tengás que salir a la calle y no tengás otra opción, porque se supone que confiás en la justicia, en la policía y olvidate. Ellos jamás van a ayudarnos, están del otro lado“.
Para Soledad, los Encuentros Nacionales de Mujeres le “abren la cabeza” y lograron comprometerla con muchas otras luchas, como “el aborto, por el gatillo fácil, por la violencia de género, la represión institucional, el machismo y bueno, y principalmente, más allá de que se difundiera lo de Yamila, para que no pase esto otra vez”.
“Mi hermana me falta a mí y nos falta a nosotros. A la policía, a la justicia, no les falta”
Soledad es muy clara a la hora de señalar quiénes se comprometieron con la búsqueda de su hermana: “hoy por hoy, el caso de Yamila donde se ha podido instalar ha sido gracias al movimiento de la calle, porque me han acompañado todas las organizaciones, desde el Ni Una Menos hasta la comunidad LGTB, los partidos políticos, las organizaciones de mujeres, las estudiantiles. Yo creo que de alguna manera he llegado a la gente, no sé si la he sensibilizado o no, pero hoy por hoy todos salen a acompañar, a hacer el reclamo de mi hermana. Mirá que siempre existen diferencias en la calle, en cuanto a nuestra postura, pero yo siempre agradecí que se salía por mi hermana”.
Por el contrario, afirma, “yo siempre digo que ni la policía ni tribunales hacen nada. El día en que aparezca mi hermana va a ser por la presión que metimos en la calle”. Todavía se molesta y entristece cuando recuerda el intento hace apenas unos meses del fiscal Enrique Senestrari de desestimar definitivamente la hipótesis de la red de trata de personas para trasladar la causa a la justicia provincial con la carátula de homicidio: “lo que a mí más me dolió fue eso, que él se quiera sacar la causa de encima cuando él vino a mí y a mi mamá, y nos dijo que él no iba a parar hasta encontrarla a mi hermana, que él sabía lo que era perder un hijo porque él también había perdido un hijo (…) Entonces que él saliera a decir que se deshacía, se lavaba las manos, se sacaba la causa de encima pasándola a la provincia sin fundamentos de que fuese homicidio, quitándole la esperanza a mi mamá de que su hija esté viva… yo esperaba (…) porque pensé que ellos la podían encontrar. Pero no se movieron, por eso hoy por hoy, yo si tengo que salir a denunciar, a gritar, con nombre y apellido, salgo y lo grito (…) Es como una bronca, y a su vez de ahí vos sacás fuerza. Yo siempre lo siento lo valioso de que haya gente así predispuesta, solidaria, con las diferentes luchas en la calle, porque el familiar de alguna manera absorbe la fuerza con la que ustedes salen a la calle y apoyan eso, y es lo que nos contiene a nosotros”.
En el año 2015 se elaboró el informe “Desaparición en democracia”, de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas. Córdoba fue una de cuatro provincias que no arrojaron ningún dato sobre personas desaparecidas. Soledad recuerda: “Córdoba no contó ni a Yamila, ni a Jimena [Arias], ni a Facundo. Dijeron que había cero desaparecidos acá. Yo creo que eso de por sí ya es gravísimo, porque el Estado, que no reconozca que le faltan tres personas, olvidémonos, nosotros tenemos que salir a buscarlos, nosotros tenemos que salir a denunciarlo como que nos falta… yo siempre digo, mi hermana me falta a mí, y nos falta a nosotros, la gente que nos acompaña. A Tribunales, a la policía, a la justicia, no les falta”.
Otro actor estatal que brilla por su ausencia es la Secretaría de Trata de Personas, ubicada en el desmantelado Polo de la Mujer, “yo supe hablar cuando me querían pasar la causa a la provincia. Ellas me dijeron que bueno, que iban a ayudarme, que iban a darme una mano, que ellos tenían más llegada a gente, pero todavía estoy esperando. Es como que te dicen algo y para ellos los tiempos no importan, ellos están completos en su casa, la familia está completa”.
“Si una piba desaparece, al toque tienen que salir a la calle”
Soledad lleva ya ocho años de trabajar este tema en distintos ámbitos y comparte uno de los aprendizajes que entiende que, como sociedad, hemos adquirido: “ya se sabe -explica- que no hay que esperar para saber si no hubo un problema de por medio y la persona se fue y después volvió o alguien la llevó o una cosa así. El hecho de que la persona, la familia, no se quede en la casa ya de por sí es importantísimo, el que no se queden con que la policía les diga ‘no, mirá, esperá que vuelva, esperate unos días, no salgás, no mostrés’. Yo creo que en ese sentido como que sí sentó cabeza la gente de que por lo menos cuando una persona desaparece hay que salir a la calle (…) Yo creo que si se entera una, nos enteramos todas si hay un movimiento para salir, una movida de calle por una piba desaparecida. Entonces nosotros lo que estamos buscando es eso, que más allá de que tengan un problema, que salgan a la calle, que con todo el dolor y la desesperación se salga lo mismo y que de alguna manera dejen en claro que la justicia no te va a ayudar, y la cana tampoco. De alguna manera te tenés que ayudar solo, y sensibilizar a la gente para que también te acompañe y conseguir militantes comprometidos así como ustedes, junto a los medios alternativos, que nos hacen la onda ante los medios que no nos escuchan”.