La segunda jornada del juicio que la justicia cordobesa lleva contra Dahyana Gorosito por la muerte de su beba Selene se dedicó por completo a la declaración de distintos testigxs, todxs pedidos por la fiscalía. De las nueve personas citadas, fueron siete las que se presentaron en la sede de Tribunales. La audiencia del día martes se destacó por la declaración de varios testigos que admitieron que la familia Oroná intentó convencerlos de dar falso testimonio y describieron las maniobras del acusado Luis Oroná para instalar la versión de la desaparición de Selene en el Hospital Urrutia.

Por Cobertura Colaborativa #AbsoluciónParaDahyana

El juicio que intenta dilucidar en qué contexto se produjo la muerte de Selene tuvo este martes su segunda jornada de audiencia. Dahyana Gorosito y Luis Oroná fueron imputados por homicidio calificado agravado por el vínculo, la primera por omisión, el segundo por acción. Pero Dahyana indica que en todo momento actuó coaccionada, amenazada y violentada por Oroná y su familia, mientras que presunto autor del hecho se limitó a negar toda participación en la muerte de Selene.

La jornada empezó a pocos minutos de las once de la mañana con todos los bancos ocupados del espacio de la sala correspondiente a allegadxs a Dahyana. Al ingresar, lxs once integrantes del jurado popular y el tribunal, la jueza Ana María Lucero Offredi pidió que se mantuviera el silencio durante la audiencia para no distraer la atención del jurado.

El primer testigo de la mañana fue el sargento de policía Alejandro Osán Vidal. Él se encontraba presente en la comisaría de Unquillo cuando Dahyana fue obligada por la familia Oroná a denunciar que había dado a luz en el Hospital Urrutia de Unquillo, aunque no fue quien le tomó declaración.

Consultado sobre Dahyana, el efectivo policial recordó que llegó a la comisaría acompañada de su suegra [Nilda Martinez] y su esposo [Luis Oroná]. Rememoró también que a Dahyana se la veía tranquila, que “no parecía haber atravesado un parto y que se sostenía el brazo porque manifestaba mucho dolor”. También afirmó que hablaba poco, y que sólo contestaba las preguntas que se le hacían.

El uniformado repasó la exposición que dio Dahyana en la comisaría, relato que respondía al guión escrito por la familia de Luis: que en la mañana del 19 de mayo había ido al Hospital de Unquillo, que había tenido a su beba y que se había retirado voluntariamente al mediodía. Que había llegado en un Fiat Duna rojo de un vecino y que, al irse, lo había hecho sola, caminando. La situación despertó sospechas en el policía, entre otras cosas, porque la joven no tenía ningún rastro de internación y porque minutos antes había recibido al subdirector del nosocomio, quien le había manifestado su preocupación y que no existían registros de su presencia o parto allí ese día.

Del testimonio de Osán Vidal empieza a emerger con claridad los intentos de la familia Oroná por instalar la versión del robo de la beba recién nacida en el Hospital, aportando testigos falsos que afirmaban haber llevado o visto a Dahyana en la mañana del 19 de mayo en el nosocomio. El primero de ellos era Walter Caramanico, vecino ya fallecido, que compareció horas después de Dahyana en la comisaría. Caramanico se presentó para que quedara asentado que él no había llevado a Dahyana al Hospital y que se encontraba imposibilitado de conducir su vehículo -un Fiat Duna rojo- por un problema de salud.

El mismo día, manifiesta Osán Vidal, otro individuo comparece en la comisaría de Unquillo, Norberto Hugo Rodríguez, afirmando ser quien había llevado a Dahyana hasta la puerta del Hospital en su automóvil Ford Escort blanco. Estos datos se contradecían con los dichos de Dahyana en relación al vehículo, por lo que dos días después, nuevamente citado, Rodríguez se retractó de la declaración y afirmó que le habían pedido que lo hiciera por una relación de amistad con Luis Oroná.

Cuando el fiscal preguntó al policía si conocía a la familia, la respuesta fue que efectivamente la conocía, porque había asistido a varios allanamientos en el lugar a raíz de ciertas denuncias de robo.

Testigos falsos para instalar una falsa coartada

La segundo testigo fue una vecina de la familia Oroná, Marcela Argañaraz. Argañaraz es la viuda de Walter Caramanico, ya fallecido, el vecino que el guión original de la familia sindicaba como la persona que había llevado a Dahyana al hospital en la mañana del jueves 19.

La testigo parecía asustada, repetía que ella vivía encerrada en su casa, que no tenía vínculos con nadie y que le había caído “todo este problema”. Cuenta que el acusado Luis Oroná fue a su casa el 20 de mayo de 2016 a pedirle a su marido que declare ante la Policía de Unquillo que él había llevado a Dahyana al hospital a tener a su bebé. Que Argañaraz le manifestó que su esposo Walter no se encontraba ahí y que no iba a decir algo que nunca había pasado, ya que su marido había sido intervenido en el brazo y no podía manejar. La testigo repite varias veces que se había quedado muy mal, porque cómo iba a pedirle que dijera algo que no pasó, que mintiera.

El sabado 21, recuerda Argañaraz, “estabamos con mi familia y veo que estaban mirando el Duna rojo y nos dicen que vayamos a declarar ese sábado porque Dahyana había dicho que la había llevado el vecino pelado del Duna rojo. Entonces nosotros fuimos, yo manejaba”. Mientras se encontraban en la comisaría, un policía les dijo “que estaban quemando ruedas los familiares de Dahyana en el hospital, que habían dicho que el bebito lo había tenido ahí y que no les daban el cuerpo”.

Aunque el abogado defensor de Oroná pretendió constantemente confundirla planteándole supuestas contradicciones en sus declaraciones, la mujer ratificó todos sus dichos. Uno de los datos que agregó Argarañaz fue que las veces que veía salir de la casa a Dahyana, siempre era acompañada de su suegra, Nilda Oroná.

Luego fue el turno de Ricardo Herrera, amigo personal de los Oroná a quien Rita -tía del acusado Luis Oroná- ofreció 4000 pesos para decir en sede policial que había visto llegar a Dahyana al hospital agarrándose la panza el 19 de mayo. Ayudado con la lectura de sus declaraciones en el momento de los hechos, Herrera narró cómo la madre del acusado lo había acompañado a la comisaría para que declare y le había dicho que “haga fundir al hospital”. Ya estaba instalada la denuncia de la desaparición de Selene y “había gente haciendo quilombo”. Herrera hizo lo que le solicitaban y regresó a su casa. Sin embargo, posteriormente volvió a presentarse para retractarse de sus declaraciones. El fiscal leyó la declaración en la que afirmaba que un familiar de Oroná había llamado a su casa y hablado con su madre, para decirle que tenía que ir al hospital porque estaban todos los canales de televisión y querían hablar con él como testigo. “Mi mamá la sacó cagando y luego me retó”, refirió en su momento Herrera.

Norberto Rodríguez en el momento de los hechos era compañero de trabajo del acusado Luis Oroná en una obra en construcción. Rodríguez -quien el policía Osán Vidal que declaró previamente remarcó su falso testimonio- relató que el viernes 20 de mayo, Luis le pidió por teléfono que declarara en la Policía que él había llevado esa mañana a Dahyana al hospital en su auto.

Rodríguez manifestó que como nunca había estado en la Policia pensó que era algo sencillo y en primera instancia, lo hizo; mintió en la declaración afirmando que la había llevado el 19 de mayo a las 8 de la mañana. Pero cuando lo llamaron nuevamente desde la policía para que fuera a corroborar la versión, se dio cuenta que había una investigación judicial en curso, se asustó y volvió para decir la verdad ante la Policía: que él no había llevado a Dahyana al hospital. “Esta gente me había hecho mentir y yo tengo cinco hijos para criar“, expuso el testigo Rodríguez refiriéndose a la familia Oroná.

Ingresa a la sala Mónica Cortés, integrante de la Policía de Córdoba, quien se encontraba haciendo adicionales el día que Dahyana se escapó del Hospital Rawson para ir a ver a su hijo Luisito, el 29 de mayo de 2016, día de su cumpleaños. La orden recibida consistía en detener los colectivos que iban de Córdoba hacia Unquillo en búsqueda de Dahyana, para lo que les habían entregado una fotografía de su rostro. La identificó viajando en un ómnibus y le pidió que descendiera. Cortés manifiesta que Dahyana estaba muy desmejorada, que la veía convaleciente, demacrada. Indicó que Dahyana no entendía porqué la hacían descender y que no dejaba de decir que quería ver a su hijo. Tenía sangre en su ropa. En su recuerdo, Dahyana no presentó ninguna resistencia y no paraba de llorar.

El Servicio de Emergencias la revisó y la trasladó nuevamente al hospital. En ese trayecto es donde Dahyana por primera vez puede decir que su hija no nació en el Hospital de Unquillo, sino en un descampado, bajo las amenazas de Luis Oroná. En todo momento -recuerda- decía que si ella hablaba o decía algo, Oroná le iba a hacer algo. Tenía miedo.

También dijo algo que hasta el momento Dahyana creía cierto: que Selene estaba viva. Que Luis se la había entregado a alguien.

Son las 12:45 hs y el cansancio se ve en el rostro del jurado. La presidenta del Tribunal plantea un cuarto intermedio hasta las 13 hs., que se extenderá veinte minutos más.

Quien ingresa a esa hora es Gonzalo Garrido, “el Chileno”, amigo personal de Jesús y Luis Oroná hasta ese momento. Garrido vive frente a la casa de la familia Oroná y los conoce a todxs desde niño. Fue una de las personas que se indignó con la denuncia y se organizó con otros amigos para ir a exigir al Hospital la aparición del cuerpo de Selene. No oculta su bronca ante la mentira. El testimonio de Garrido es extenso y se refiere a diversos aspectos, ya que la relación era muy cercana.

En primer lugar, afirma conocer a Dahyana y Luis. Aunque no refiere conocer ninguna situación de maltrato hacia la joven, sí manifiesta, en igual sentido de los testimonios anteriores, que sólo la veía circular acompañada, por Jesús, su pareja o su suegra. Que le daba la impresión de alguien que vivía encerrada, que no sabía si tenía alguna amiga o amigo.

Luego se refirió a la relación que Jesús le comentó que mantenía con Dahyana. En este aspecto, el relato es complejo, porque los elementos que aporta son muchos y refiere a ciertas cuestiones de la propia familia Oroná. Garrido afirma que Jesús le había dicho que mantenía una relación con Dahyana al modo de una hazaña y que el bebé que esperaba era de él. “Yo no sabía si decía la verdad o era un chiste”, pero veía que él había dejado de beber y de consumir drogas y que la acompañaba a los controles del embarazo. En este momento surge uno de los aspectos más controversiales de la familia, ya que el testigo indica que pensó que Jesús “repetía la historia de la familia pero menos degenerada, porque el padre [de Luis y Jesús] tenía hijos con su hermana”. Resaltó las amenazas que Jesús le contó que Luis profería contra Dahyana, “a quien había amenazada varias veces con un cuchillo para que abortara”.

Cuando se refiere al día del hallazgo del cuerpo de Selene en la casa familiar, habla de la bronca y la impotencia que sintió: “No podía creer que Jesús o José Luis hubieran hecho algo así”. Para el testigo, toda la situación de ese día fue armada. “Parecía un acting”, afirmó al referirse a la actitud de Rita cuando llegó la policía, “daba la impresión de que lo habían preparado. Es que horas antes su sobrina, que había estado jugando en la casa Oroná, volvió y les dijo que habían encontrado a la beba “entre los juguetes”. Garrido detectó movimientos y sonidos extraños en el fondo de la vivienda a oscuras y empezó a llamar a la policía y a arrojar piedras al frente. Nadie salió hasta la llegada de la policía.

Datos no menores son que ya se habían realizado varios allanamientos con anterioridad y que, en ese momento, Luis Oroná se encontraba en Bouwer y Dahyana internada.

Aunque Jesús Oroná es uno de lxs protagonistas indiscutibles de la historia, se abstuvo de declarar amparado en el vínculo de afinidad con el imputado, su hermano José Luis. De la misma manera lo hizo Nilda Martínez, su madre.

La última testimonial de la extensa jornada fue la de Jésica Herrera, otra integrante de la familia Oroná, que relató las instancias del encuentro de la criatura en el domicilio de Oroná. Su relato detallado dejó perplejos a todxs en la sala. Su testimonio fue contradictorio y manifiestamente parcial contra Dahyana.

A la hora de repreguntar, lxs abogadxs defensores de Dahyana hicieron referencia al hecho de que ella había manifestado que Luis Oroná consumía alcohol, contradiciendo los dichos del mismos en su testimonio inicial donde él lo había negado. La declaración de Herrera también le resultó extraña a la vocal Gabriela Bella, quien le preguntó porqué al encontrar la bebé culpó de manera inmediatamente a Dahyana y no sospechó de Oroná.

Terminó la extensa audiencia con la convocatoria para proseguir este miércoles 29 de noviembre, donde se escuchará -en principio- la palabra de otros nueves testigos.

Las -invisibles- marcas de la violencia

Uno de los aspectos que más se repite entre las preguntas a lxs comparecientes por parte del fiscal -y eventualmente de algunx de lxs vocalxs- es si han sido testigos o sabían de situaciones de maltrato o sometimiento de Luis hacia Dahyana, o “si percibían una relación desigual”. Da la impresión de que la opinión del sentido común de vecinxs o compañerxs de trabajo de Oroná pudieran ser los elementos que establecieran o no esta situación.

Sin embargo, la violencia de género -que puede ser tanto física como psicológica, simbólica, sexual o económica- se expresa puertas adentro y de formas menos manifiestas y muchas veces, cuando las situaciones explotan, la gente cercana no puede creer lo sucedido, no pueden creer no haber percibido indicios.

Relato a relato en las audiencias, se va configurando la imagen de la situación de total aislamiento y soledad de Dahyana, sumergida desde los 14 años en el complejo contexto familiar de los Oroná, sin ninguna relación externa de contención y vinculada afectivamente con Luis Oroná, un adulto 10 años mayor que ella, de quien a los 17 ya tuvo su primer hijo. Un lugar al que había llegado buscando refugio de la violencia de su familia de origen. Un refugio que no fue más que la profundización del horror.