Un abril del 2007, en medio del otoño neuquino, caía muerto por la represión de las fuerzas de seguridad Carlos Fuentealba, docente y militante. Una granada de gas lacrimógeno Towers, disparada por José Darío Poblete,  penetró por el vidrio del Fiat 147 en el que se encontraba el docente, impactando de lleno en la nuca de este.

A 11 años del fusilamiento,  mucho más al norte, en  las arterias principales de la ciudad de Córdoba  se realiza una clase pública con radio abierta orientada a homenajear la memoria de Carlos. Entre la vorágine de autos solamente una imagen permanece estática: la foto del docente asesinado, que apela, desde la mirada, a los transeúntes que circulan. Suenan los parlantes: “Es un honor  participar en esta acción de lucha y recordar así al compañero Fuentealba, presente, ahora y siempre”.

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La práctica no es solamente un ejercicio de memoria y reivindicación de lucha. Sino que desde el repaso de la historia es inevitable realizar el paralelismo con lo que sucede alrededor. En este sentido, se reivindica la lucha de Fuentealba desde la lectura crítica de la actualidad: Hoy Pedraza (asesino de Mariano Ferreyra)  está preso, Jorge Sobisch no, ¿Por qué? Por la política de CTERA,  que avaló que los responsables políticos no paguen por el fusilamiento del compañero ¿Y ahora les da la cara para hablar del compañero Carlos Fuentealba? El compañero Carlos salía a luchar, es un referente de la lucha docente, de todas las luchas docentes en el país”.

Las organizaciones docentes cuestionan la reforma educativa, la política de ajuste y la vulneración de los derechos de lxs trabajadorxs que propulsa el Gobierno Nacional con el apoyo del Provincial. Un docente, armado de su megáfono, con un pizarrón de fondo, explica: “Cambiemos y el PJ están de acuerdo en no poner un mango para la educación. Están todos de acuerdo en que la educación tiene que ser pensada desde el modelo funcionalista, en la que somos solamente una máquina – y aclara –  Están en contra de una educación crítica y emancipadora. Eso es lo que orienta la política de Schiaretti, de cada provincia donde gobierna Cambiemos”.

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Si bien la Historia no se repite, un halo de déjà vu flota en el aire, y lxs docentes desde las bases lo explican con experiencia, desde su camino por las aulas: “Hoy, en la asamblea provincial de delegados, se empezó diciendo que hay 14 provincias con conflictos salariales, más de la mitad, más de la mitad de las jurisdicciones de todo el país están con conflictos, (…) es la misma receta que llevó al asesinato del compañero Fuentealba. O no entendieron nada o tienen un planteo distinto del que tenía Carlos y todos los docentes que luchamos en todo el país”.

La noche cae sobre la ciudad y lxs trabajadorxs, hundidos en medio de la lógica del ajuste y vaciamiento de la educación pública,  reivindican su lucha contra la flexibilización y precarización laboral hasta el último. La cuestión es política, y en este sentido, entienden que la vinculación entre las organizaciones de base es fundamental para hacer frente a la avanzada del Gobierno: “Es muy importante que esto salga desde las escuelas y de las agrupaciones combativas que estamos en la calle y que nos unimos. Demostramos que la unidad de los que luchan es necesaria y muy justa. Somos los que continuamos la lucha de Fuentealba y estamos dispuestos a llevarla hasta el final de la mano de todos los compañeros en las escuelas”.3

La calle sigue moviéndose en medio del vértigo del trajín diario, pero aun así una imagen sigue estática entre los transeúntes que pasan. Carlos Fuentealba observa desde las pancartas, enseñando todavía quizás, que la lucha está en las calles y que la Historia no se repite.