El campo La Libertad, habitado por 32 familias se encuentra en el norte cordobés, en el departamento de Ischilín. Actualmente esta en alerta por una amenaza de remate // Se repite la historia, en 2014 la empresa Petrocor había comprado parte de su territorio pero nunca pudo efectivizar esa usurpación por la resistencia de la comunidad.

 

El campo Nueva Esperanza, que compone el Campo La Libertad, esta habitado por 20 familias que se dedican a la producción caprina, maderera, a la apicultura, entre otras. Producen de forma autogestiva y organizada, sin patrón/a, tal como aprendieron de sus ancestrxs.

Hace unas semanas se enteraron de un nuevo intento de usurpación por parte de empresarios, esta vez para el pago de deudas millonarias entre lxs de arriba. El 23 de mayo se rematará el territorio del Nueva Esperanza con 20 familias dentro y con uno de los últimos recónditos de bosque nativo que queda en Córdoba.

Su cercanía a las Salinas Grandes también preocupa a sus habitantes ya que temen que alguna empresa extractivista se asuma como propietario de las tierras y destroce todo a su paso, enceguecides por el mercado del litio y robando y envenenando el agua de la zona.

Mario, campesino de la Libertad y organizado junto a sus compañeros en el Movimientos Campesino, asegura que estos empresarios no la van a tener fácil ya que ellxs habitan estos territorios ancestralmente. En una entrevista realizada por Córdoba Originaria nos cuenta la genealogía de estas 12 mil hectáreas, y asegura que para ellxs “la defensa de la tierra es todo, un campesino que no tiene tierra no tiene nada”

Cuando de remate se trata lamentablemente ya tienen antecedentes. En el 2014 la empresa de estaciones de servicio Petrocor D. F. Capurro S.A., perteneciente a YPF, compró parte del territorio del campo La Libertad, otra vez con sus familias y animales dentro. Desplegaron múltiples estrategias de confusión como la falta de información sobre los verdaderos negociantes que compraron, y también la constante aparicación de distinto personajes no identificados que se adjudicaban como dueños, acompañados algunas veces de funcionarios públicos.

Sin embargo lxs campesinxs siguieron resistiendo bajo el lema “si tenemos que morir, vamos a morir peleando”.

En esta entrevista Mario nos cuenta cómo llevan adelante sus producciones, cohabitando el espacio en armonía y cuidando el bosque nativo. Comparte las técnicas ancestrales que usan para la producción de madera y la reforestación, como forma de resistencia territorial y haciéndole frente a los empresarios con sed de compra y destrucción: “ La tierra que te ha criado y que te ha dado de comer no la podes largar… nosotros no nacimos con plata y no nos vamos a ir con plata”