En el mediodía de hoy Gilda Morales volvió a la SeNAF para informarse de los avances en su reclamo por restitución de los derechos de su hijo. Desde Zumba la Turba nos comunicamos con ella para conocerla respuesta dada por esta entidad pública, luego de que en el día de ayer fuera agredida por uno de lxs empleadxs. (Fotos: Marcela y Adriana)
Este mediodía se presentó nuevamente en las oficinas de la SeNAF (Secretaria de Niñez, Adolescencia y Familia) Gilda Morales, la mujer que desde hace 17 días se encuentra en huelga de hambre en reclamo por la restitución de los derechos de su hijo, para informarse de los avances de su caso luego de haberse entrevistado con el subsecretario Antonio Franco en el día de ayer. Lo hizo acompañada de diversas organizaciones y otras mujeres que denuncian haber sufrido violencia institucional por parte de la jueza Morcillo.
Tras haber conseguido reunirseel pasado miércoles 9 con el subsecretario Franco y haber logrado su compromiso de involucrarse en el caso, Gilda se presentó hoy al mediodía para conocer las novedades. Otras mujeres y organizaciones la acompañaron y denuncian que al llegar a la oficina ubicada en la av. Vélez Sarsfield, las esperaba apostado en la puerta personal policial. Esta presencia policial en una oficina que aborda problemáticas vinculadas a la infancia y la adolescencia, habla de la respuesta sistemática que el Estado da cuando se reclama por derechos: indiferencia si no hay presión, represión cuando se moviliza.
Gilda comparte que hoy se reunió nuevamente con Antonio Franco, y que la única respuesta del funcionario fue que “él se había apersonado a la casa del padre de mi hijo ayer, personalmente, con un equipo técnico, y que había estado hablando durante una hora con mi hijo, y que mi hijo es un niño excepcionalmente amoroso, inteligente, divino, etc., y que ya había girado a la Dra. Morcillo el informe de lo perfecto que está mi hijo”. Sin resolución queda todavía el pedido de restitución de derechos presentado en marzo en esa oficina. “Mi planteo es el siguiente -explica Gilda a Zumba la Turba-, le dije que porqué el cuerpo técnico que lleva mi caso no me ha contestado formalmente desde marzo mi pedido de restitución y cómo ellos afirman que no tienen jurisdicción para hacerlo. Hasta ahora, concretamente por escrito, a mí, que soy la madre de Victorio, nadie me quiere dar ninguna respuesta”.
Gilda manifiesta que a veces siente que, a pesar de estar formada y conocer en detalle los recursos jurídicos como la ley 9944, de Promoción y Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, lxs funcionarixs públicxs parecen hablar un idioma distinto.
“Yo le digo que por la ley 9944 en sus dos primeros artículos, la SeNAF está obligada a devolverle los derechos constitucionales de rango internacional a mi hijo que la señora Jueza Morcillo con todos los operadores judiciales le sacaron (…) y él me dice que no, que no es así. Así que, en definitiva, ahora tengo que volver a presentar otro escrito que ya no sé qué número es para ver que me contestan”.
Más allá incluso de la cuestionada y repetidas veces denunciada jueza Morcillo, quien es señalada por Gilda y muchas otras mujeres y organizaciones por su sistemático maltrato e inoperancia, Morales afirma que “realmente esto es un sistema del poder judicial sistemático de violación de derechos”, que no le da respuesta a su caso porque “es una lucha de poderes de esta gente, de tratar de tapar sus errores reiterados sobre un menor, y en todo caso un montón más que no se conocen y no son visibles”. A su hijo, explica, “no le quieren restituir los derechos porque todos tienen responsabilidad entonces acá tiene que pagar un menor con su cuerpo, con su espíritu y con su vida, por toda la manga de negligentes y un sistema de corrupción increíble. Como te digo y te repito, mi caso no es el único, así que estas agrupaciones ahora me apoyan es porque se ven reflejados en Victorio y en mis otros dos hijos esta situación aberrante de violencia que ya pertenece a siglos pasados”.
En relación a Morcillo, Morales señala “que tiene no sé la cantidad de denuncias innumerables, incluso sumarios administrativos, cantidad. Está avalada políticamente no sé por quién, pero vos imaginate que denuncias penales mías debe tener siete, dos en fiscalía general y está impune, sentada en su escritorio, viendo cómo y qué granito de arena puede hacer ahora con respecto a mi hijo que sigue siendo para ella un objeto, para tratar de salir un poquito no tan tocada de esta situación. Esta señora tendría que haber presentado su renuncia espontáneamente (…) Es una situación tan alarmante como incoherente. Se siguen girando informes que encima ni siquiera tienen validez, te lo digo de un lado técnico, a esta señora porque esta señora, además, está recusada con causa, o sea, todo esto es de nulidad absoluta. Fue recusada con causa antes de que saliera el cambio de guarda”.
Cuando la respuesta del estado ante la violencia, es más violencia
Una situación particularmente grave se vivió el miércoles cuando Gilda Morales y las mujeres que la acompañaban se presentaron a la SeNAF a exigir ser atendidas. Morales explica que cuando quisieron ingresar inexplicablemente encontraron la puerta del edificio público cerrada con llave. “Íbamos por supuesto pacíficamente a dialogar, yo estaba acompañada por algunas madres que entraban conmigo y las demás agrupaciones iban a permanecer afuera (…) Cuando abrieron la puerta yo quise ingresar y una persona perteneciente, empleado público, me agarró de la campera, empezó a doblarme el brazo, me hizo una traba con sus piernas y ahí todas las compañeras tuvieron que empujar y resistir esta situación, porque este señor directamente me estaba lastimando”.
La violencia institucional no terminó allí, ya que nadie de la oficina, incluído el subsecretario Franco, se hizo responsable de este hecho ni dio el nombre del agresor. Por el contrario, explica Gilda, “a este señor lo escondieron, no tenemos el nombre, sí lo tenemos filmado, y nadie se hace cargo (…) es una mafia, una cosa de locos, cuando les dijimos ‘ustedes están obligados a dar el nombre de esta persona para que hagamos la denuncia, si no, están encubriendo un hecho de violencia, de represión, lo metieron en un lugar, nunca más salió’”,
“Si no hay muertos, si no hay sangre, la violación de derechos no existe”
Gilda sostiene, agotada pero fuerte, que los espacios responsables de garantizar los derechos de su hijo no dan las respuestas necesarias. “Cuando uno habla de violación de derechos es como que si no hay muertos, no hay sangre, no podemos constatar lesión grosera, la violación de derechos no existe, aun cuando tiene rango internacional”. Y continúa “Yo le dije, usted restitúyale ya los derechos a mi hijo, ya mismo. Y quedan mirando el techo, parece que no saben ni de qué les estás hablando”.
A pesar de las presiones y de la insistencia en que deponga la huelga de hambre y el acampe, Gilda sigue afirmando que se encuentra “espiritualmente intacta, no me pienso mover de la carpa (…) A mí me metieron presa dos meses, me torturaron, me hacían comer arriba de un vómito (…) De acá no me voy a mover y no me voy sin mi hijo”.